Con cánticos de júbilo



“Preséntense ante él con cánticos de júbilo” (Salmo 100:2)

Me gusta salir a caminar al alba, cuando está amaneciendo y las aves comienzan a cantar. Vivo en un lugar rodeado de naranjos y mandarinas, de paltos y caquis. Generalmente cuando camino voy solo, rara vez me cruzo con alguien, así que es mi hora de encontrarme con mi Señor. Generalmente le hablo y otras veces me contento con escuchar el viento, mirar a lo lejos el mar, o simplemente, observar el paisaje, a un lado del camino huertos de naranjos, bosques de pinos y a lo lejos, montañas de bosques y al fondo, el mar con su espectáculo de azul intenso. Es mi momento de solaz, cuando puedo gritar a toda voz que me alegra ser hijo de Dios. Canto, río, a veces si estoy de mal humor peleo con Dios y le digo sus cuantas verdades, pero como somos amigos, sé que siempre me entiende.

Me apena que la religiosidad se encuentre circunscrita a edificios y hayamos perdido la alegría del encuentro con Dios en la naturaleza. Todo lo que existe canta de un Dios creador y amoroso, sólo hay que detenerse y mirar.

Cuando regreso de mi caminata, una hora después, comienzan a pasar los autos de las personas que van a sus lugares de trabajo. La mayoría me saluda mientras conducen. Suelo levantar mi mano para saludarles, y nunca he hablado con ninguno, pero así es por aquí, la gente es amistosa. Siempre que vengo traigo un canto en mi mente, y tengo alegría, no sólo porque el ejercicio me llena de energía, sino porque el encuentro a las primeras horas con Dios me llena de paz y me hace el día.

El salmista invita a que nos presentemos delante de Dios con “cánticos de júbilo”. ¿Dónde? ¡Pues, en cualquier lugar! Dios es ominipresente. Esperar para ir a un templo para cantar es vivir una fe infantil. En cualquier lugar podemos adorar a Dios.

Estaba dirigiendo una semana para la familia en Barcelona, España, una mañana mientras me dirigía a la congregación donde iba a desarrollar el tema, me encontré a boca de jarro con un coro contemporáneo de música cristiana. Personas de todas las edades cantaban en la calle a todo pulmón y con una alegría contagiante, como debe ser, como es lo saludable, expresar, con gozo que se tiene certeza.
 Un nombre nuevo

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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