El mandato de alegrarse


“¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos! ¡Canten jubilosos todos los árboles del bosque!” (Salmo 96:12)

No sé a qué mente enferma se le ocurrió que la religiosidad se representa mejor con solemnidad y formalismo. Por esa vía se mata uno de los mandatos bíblicos más repetidos en la Biblia y mencionado numerosas veces en el libro de Salmos: Alegrarse.

La alegría es parte de la vida. Es esencial a una mente sana y despierta. Quienes pierden la capacidad de alegrarse se van apagando lentamente. Los niños nos dan un ejemplo hermoso de la naturalidad de la alegría. Un infante emocionalmente sano canta, ríe y está alegre de manera natural. Son los adultos los que van limitando su capacidad de expresar alegría.

Muchas iglesias son un mausoleo a la tristeza. Por los pasillos de algunas congregaciones es posible panitar en hielo por la frieldad que recorre sus pasadizos. Lo más enojoso del asunto es que algunos creen que eso es reverencia, cuando no es más que amargura disfrazada de religión.

El salmista lo sabe muy bien, por eso invita a alegrarse a todo el universo. Pide que los campos se alegren y que canten jubilosos los árboles del bosque, una forma metafórica de referirse a la alegría de la creación frente a su creador.

Cuando una religión limita la capacidad de alegrarse y convierte todo en un peregrinaje triste y lóbrego, es hora de huir de allí, ese ambiente enrarecido por un legalismo enfermo termina por enturbiar el verdadero sentido de la religiosidad sana.

Expresar la alegría con todo lo que somos. Con instrumentos, con voces, con nuestro cuerpo alzando las manos y batiendo las palmas en aplausos, tal como hacemos cuando recibimos una buena noticia, y cuando estamos en la presencia de Dios, entonces, sólo nos cabe celebrar, porque hemos recibido no sólo la vida, sino todo.

La mayoría de las iglesias cristianas lo único que hace es repetir la pompa imperial formal y ritualista copiada a las cortes reales y trasladadas a los cultos religiosos. Sin alegría, una fe languidece y se torna muerta. Muchas iglesias espantan hasta los muertos. No es extraño que los niños le teman y los jóvenes huyan.


 Teología de la liberación

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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