Abuso con otro nombre




“Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia, y cuando Betsabé llegó, él se acostó con ella” (2 Samuel 11:4)

El lenguaje cuando no se usa con honestidad esconde verdades detrás de eufemismos que suelen confundir. Por eso que es tan importante decir las cosas por su nombre. David no se “acostó” con Betsabé, David, el rey, violó a su vecina. No hay otra forma de decirlo. No fue una relación consentida, fue simple y llanamente una relación forzada. Por mucho que se diga eufemísticamente en el texto “él se acostó con ella”, lo correcto es decir “él abusó de ella”.

¿Podía ella oponerse? Si, claro, ¡por supuesto! Sin embargo, pongamos las cosas en contexto. Ella es extranjera, una mujer de otra nación convertida al judaísmo. Es una persona común. No tiene poder. No tiene ascendencia real. No tiene familiares poderosos. En una época donde eso significaba todo, no tiene nada.

¿Qué podía hacer? Oponerse, claro. ¿Qué dice que no lo hizo? Nada en el texto habla de ella. Su voz es silenciada. No hay una sóla línea en la Biblia dedicada a ella, salvo en Mateo, en la ascendencia de Jesús, donde se la recuerda como una de las personas que las que están en la lista de ascendientes del Mesías. Nada se dice de su situación, porque todo el mundo sabía, como es lo lógico, que ella es la víctima y el rey su victimario. El mismo que mandó a asesinar a su esposo para sacárselo de en medio y tener vía libre para seguir haciendo lo que quería: Seguir abusando de su vecina.

No es agradable presentar los hechos de esta manera, pero desde siempre se ha pretendido esconder la realidad en palabras de buena crianza, lo que significa ni más ni menos, esconder la falta y lo más grave, silenciar a las víctimas.

No podemos esconder la realidad con un sesgo erróneo. ¿Se arrepintió David? ¡Claro! ¡Por supuesto! Pero eso no minimiza la falta ni justifica su acción. Arrastró las consecuencias de su mala decisión el resto de la vida, y dejó una lección para todos los que vinieron después: Las mujeres no son cosas, son personas, y si algo no se hace bien, las consecuencias no se pueden evitar.



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SER MUJER NO ES PECADO


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