Cuidado con lo que lees



“Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación...” (Salmos 139, 13-16 NVI)

El lobby pro-vida ha utilizado desde hace mucho este texto como “base” para sostener su rechazo al aborto, como si fuera así de claro. Pero, hay que tener cuidado con lo que se lee y las implicaciones impropias que se sacan de un texto tomado fuera de contexto.

En primer lugar, el texto no está hablando del aborto, en ningún caso, sino de que Dios, autor de la vida, es espectador y creador del proceso que hace posible el desarrollo de un feto.

Cuando se producía un aborto espontáneo producto de una agresión, el agresor debía pagar una multa en dinero al padre de la criatura (Éxodo 21:22-23), y se aplicaba la Ley del Talión sólo en el caso de daño a la mujer parcial o completo.

El problema mayor es con el texto del Éxodo que dice expresamente “no matarás” y Dios aparece, aparentemente, no sólo incitando a la muerte, sino como infanticida y utilizando una crueldad que raya en la locura. En Salmo 137:8-9 RVR1960 dice: “Hija de Babilonia la desolada, bienaventurado el que te diere el pago de lo que tú nos hiciste. Dichoso el que tomare y estrellare tus niños contra la peña”. No es posible quedar desolado al leer estos textos, que alaban el infanticidio como algo natural o incluso, justo.

Es muy difícil explicar a quien cree en la literalidad de la Biblia que aparentemente Dios tiene un doble estandar con la muerte, porque la exige en casos de trabajo en sábado (Éxodo 31:14-15); adivinanza (Éxodo 22:18); vivir en Canaán antes de Israel (Deuteronomio 20,16); ser mujer y no sangrar en la primera relación sexual (Deuteronomio 22:13); desobedecer a los padres (Deuteronomio 21:18); tener relaciones sexuales cuando la mujer está menstruando (Levítico 18:19, 29); comer sangre (Levítico 17: 10). Muy que pese, eso está en la Biblia y atribuirlo a Dios supone creer en un dios contradictorio.




Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SER MUJER NO ES PECADO


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