La condena de las viudas



“No debe casarse con una viuda” (Levíticos 21:14)

Recuerdo más de una vez intentar entrar en razón a algunos de mis alumnos de teología en referencia a que los textos del Antiguo Testamento no podían leerse de manera literal ni ser tomados como referentes, siempre, en toda circunstancia. Algunos lo entendían y aprendían, pero otros se aferraban a sus prejuicios y eran incapaz de ver más allá de la literalidad.

Tal como les ocurría a mis alumnos, todavía hay muchos que creyendo en eso de que “toda Escritura es inspirada por Dios” (1 Timoteo 3:16), y al hacer una aplicación equivocada a todo el Antiguo Testamento, siguen en interpretaciones literalistas que causan, como antaño, mucho dolor y sufrimiento.

Las viudas, en épocas bíblicas no gozaban de buena fama ni eran bien tratadas. De hecho, en tiempos del apóstol Pablo, que escribe la epístola de 1 de Timoteo cuándo dirigía la comunidad de Éfeso, transmite algunas de las cosmovisiones que existían respecto a las mujeres.

“Tanto el quedar viuda y no casarse nunca más, como el ser fiel al marido, eran dos de las mayores virtudes de las mujeres” (Tamez, 2005:70). Aunque en teoría la mujer podía volver a casarse, en la práctica eso era casi imposible, porque de un modo u otro se consideraba a la mujer viuda “mercancía usada” o “dañada”, por mucho que los términos molesten en la actualidad.

La peor parte se la llevaban las mujeres que quedaban viudas sin haber tenido hijos, en ese caso, eran dadas en concubinato a un pariente cercano, que tenía que procrear a nombre del muerto, cosa que no era bien recibido, o simplemente, resignarse a volver a casa de sus padres, si éstos las recibían.

El llamado que hace Santiago y que lo llama “la religión pura y sin mancha” que implica atender a huérfanos y viudas (Santiago 1:27), tiene ese contexto, el de mujeres que al no estar casadas se quedan sin el amparo varonil y dejadas a su suerte. Cuando se predica que las mujeres eran amparadas por el evangelio, hay que ponerlo en duda, en ese tiempo.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SER MUJER NO ES PECADO


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