Represión y salud



“Jesús lloró” (Juan 11:35)

Cuando se quiere ofender a un varón se le dice “mujercita”, y cuando es la revés “amachada” o “marimacha” (expresiones no existentes en el vocabulario pero de uso común en contextos machistas y sexistas latinos). En el primer caso, se pretende insultar a un varón que está conectado con sus sentimientos y emociones y es capaz de expresarlas, al revés, una mujer tosca, ruda, poco gentil y prepotente, se supone que tiene un comportamiento masculino. Mientras menos sea la inteligencia emocional del grupo en cuestión, más se repetirán estas tonterías sexistas y estos estereotipos que no tienen más valor que humo.

La realidad simple y llana es que las emociones son parte de la esencia humana y la expresión de sentimientos el sello que nos distingue del mundo animal. Ser capaz de llorar, expresar ternura, mostrar empatía y compasión, ser agradecido, mostrarse débil, no son aptitudes femeninas, sino humanas, y están presentes en la mayoría de las personas, que no han reprimido dichas conductas en su vida.

La Biblia dice en dos ocasiones que Jesús lloró, y no hay ningún texto bíblico que muestre o el descrédito o la animadversión hacia estos gestos que humanizaban más al Maestro. Seguramente Cristo pasaría por alguien “débil” en algunos contextos sexistas actuales.

Cuando las mujeres y los varones entienden que la expresión de emociones no tiene nada que ver con debilidad, logran asumir sus sentimientos de una manera sana, pro activa y honesta. Cuando es la inversa, enferman, se reprimen y se producen situaciones penosas de autoengaño y negación.

Lamentablemente, en los últimos años, producto de la competencia feroz que se realiza entre varones y mujeres, muchas niñas, mujeres y aún señoras mayores, han comenzado a estigmatizar la emoción femenina como un sesgo de debilidad, cuando en realidad, tal como señala Marilette Sánchez, citando a la filósofa cristiana Alice von Hildebrand: “Las lágrimas son la respuesta adecuada a la brutalidad, la injusticia, la crueldad, la blasfemia, el odio. Cristo lloró cuando vio a Jerusalén, y cuando llegó al sepulcro de Lázaro”.



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SER MUJER NO ES PECADO


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