Vírgenes y madres



“Las vírgenes de Jerusalén bajaron sus cabezas a tierra” (Lamentaciones 2:10)

La historia de la teología es interesante porque nos va arrojando datos que nos permiten comprender, por una parte la tradición de las interpretaciones, y por otro lado, la introducción de concepto extra bíblicos a los cuales se les dio un “sustento” bíblico sin base, para justificar conductas y prácticas sociales que se venían manteniendo antes de la conversión.

Desde las primeras interpretaciones sesgadas de Tertuliano, se introdujo la idea de la mujer como un ser deficitario (concepto que ya existía en la mentalidad griega y que había transmitido por la cultura griega de la mano de autores como Platón y Aristóteles. Eso hizo que se viera a la mujer como dependiente de los varones e incapaz de resolver situaciones difíciles sin la ayuda de un hombre.

Por eso, en la mayor parte de las teologías anteriores a la Reforma, la mujer es vista como un ser frágil que debe ser protegida por los varones, por su tendencia a dejarse engañar y tentar, y por su incapacidad de conocer por sí misma la voluntad de Dios. Una infantilización de la mujer por motivos religiosos que no soporta un análisis serio y que con matices, se mantiene hasta el día de hoy.

En ese contexto se sublimó la maternidad como el único rol donde la mujer podría tener algo de competencia. Las mujeres vírgenes fueron vistas como un obsequio divino, y se esperaba de ellas la castidad, para demostrar su apego irrestricto al marido (nada se decía en ninguna parte de la responsabilidad paterna sobre los hijos ni de las infidelidades masculinas que se creyeron, desde siempre, como un derecho varonil).

Muchas mujeres, antes de la Reforma y después inclusive, que se atrevieron a cuestionar ese rol restrictivo de ser únicamente madres y no tener control sobre su sexualidad, fueron agredidas, maltratas y otras asesinadas por atreverse a desafiar un modelo que se lo consideraba “divinamente instituido”, por más que hubiera salido de la cabeza misógina y afiebrada de algún sexista de turno. ¿Podemos llamarnos cristianos y seguir sosteniendo un modelo de relación varón y mujer, donde la mujer es sistemáticamente infantilizada?



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SER MUJER NO ES PECADO


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