Amor que sana



“Pero al darse cuenta las multitudes, lo siguieron, y después de recibirlos, les hablaba acerca del reino de Dios, y sanaba a los que tenían necesidad de sanidad” (Lucas 9:11 BTX)

El amor sana porque en muchos sentidos es restaurador. Pone parches de cariño en heridas profundas. Ayuda a que personas con traumas puedan encontrar un sentido para sus vidas. Colabora, para que niños de hogares difíciles, puedan saberse apreciados y reemprender un rumbo diferente en sus vidas.

Sin embargo, para que el amor sea sanador, no puede ser dependiente, porque en ese caso, se convierte en un amor tóxico que contamina lo real y lo auténtico, en aras de necesidades creadas por personas que tienen conflictos que no pueden resolver, y creen que asfixiando a otra persona lograrán vivir la plenitud de la que no han gozado. Son los vampiros emocionales, que no descansan hasta que no beben toda la energía vital de sus víctimas.

Cuando amar implica ceder al grado de perder libertad, entonces, estamos ante una situación que termina por afectar toda la vida del individuo. Nadie renuncia sin un costo alto para su equilibrio emocional y su estructura emocional.

Anthony de Mello plantea una pregunta que permite aclarar el problema: “Si tuvieras que escoger entre tener compañía en la cárcel o andar libremente por el mundo en soledad, ¿qué escogerías?” (de Mello, 1991:17). La respuesta es odvia, nadie en su sano juicio estaría encarcelado para tener compañía, a menos que sea alguien con serios problemas emocionales. Estar en una relación no significa estar encarcelado con cadenas de cariño. Cárcel es cárcel, y por mucho que nos amen, cuando perdemos libertad, dejamos de ser auténticamente felices.

Sólo al renunciar a controlar la vida de otra persona o dejar que otro te controle, puedes realmente amar. “Cuando te aferras a alguien desesperadamente, lo que le ofreces a la otra persona no es amor, sino una cadena con la que ambos, tú y la otra persona amada, quedáis estrechamente atados. El amor sólo puede existir en libertad. El verdadero amante busca el bien de la persona amada, lo cual requiere especialmente la liberación de ésta con respecto a aquél” (Ibid., 18).

El amor auténtico, el que no vive en el engaño, aquel que sólo puede existir en un contexto de bondad y respeto, precisa de libertad.



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
Del libro inédito: Lazos de amor

#MiguelÁngelNúñez #Meditacióndiaria #Devocional
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

0 comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios enriquecen este blog, y a las personas que lo leen. Te agradezco por tus aportes. Sin embargo, ten en cuenta que para que se publique lo que comentas debes indicar tu nombre (no se publicará ningún mensaje anónimo), y no debe aparecer ningún enlace a alguna página, número de teléfono, o dirección. Además, no se publicará ningún comentario con tinte ofensivo, homofóbico, discriminatorio, insultante o irrespetuoso. Todo lo demás, es bienvenido.