Aprender a amar



“Yo les ruego, mujeres de Jerusalén, por las gacelas y cervatillas del bosque, que no desvelen ni molesten a mi amada hasta que ella quiera despertar” (Cantares 3:5)

En educación existe una premisa básica: Sólo se aprende aquello que queremos, sin embargo, no siempre es así de absoluto. También hay aprendizajes que se dan por contexto o por situaciones. Nuestra familia nos enseña, nos da modelos, nos pone improntas que quedan grabadas a fuego en nuestra psiquis existencial, nos condiciona para el trayecto posterior, y nos entrega estilos de ser que son parte esencial de lo que llegamos a ser.

Se necesita madurez emotiva, desarrollo afectivo y una gran dosis de análisis para poder distanciarnos de aquello que hemos recibido para poder hacer una reflexión existencial que nos lleve a pensar si lo recibido es nutricio para nuestro ser o por el contrario, estorba nuestro crecimiento.

Resulta difícil criticar a quienes nos han prodigado amor, es más fácil distanciarnos de quienes nos maltrataron, aunque debían amarnos. Por eso que evaluar a los padres y los vínculos resulta un ejercicio, en muchos sentidos, complejo y hasta tortuoso a veces, porque implica asumir responsabilidades en lo que permitimos que ocurriera en nuestra vida o que dejamos estar o pasar.

El amor es parte de nuestro desarrollo. Es un elemento esencial en nuestro crecimiento como individuos. Nos da las herramientas que necesitamos para existir con sentido y plenitud. Sin amor, somos como veletas sin rumbo, llevadas por cualquier brisa, siempre movidas por un agente externo, pero no emponderadas desde su mismo ser.

Quien ama y es amado, es una persona que alcanza una cima de plenitud que no todos los seres humanos gozan. El amor completa la estructura afectiva. Nos da una razón de ser. Nos acerca a la serenidad propia de los rios que corren tranquilos porque hay profundidad.

El aprendizaje del amor implica despegarnos de los modelos que nos hicieron mal y entender que somos los novelistas de nuestra propia historia de amor. Cuando entendemos que no sólo somos personajes sino que también podemos convertirnos en autores de nuestra propia historia, entonces, la vida adquiere un sentido diferente. De pronto nos transformamos en pilotos y dejamos de ser veletas. Podemos conducir nuestra vida a buen puerto, que es lo mismo que decir a un buen amor.



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
Del libro inédito: Lazos de amor

#MiguelÁngelNúñez #Meditacióndiaria #Devocional
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

0 comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios enriquecen este blog, y a las personas que lo leen. Te agradezco por tus aportes. Sin embargo, ten en cuenta que para que se publique lo que comentas debes indicar tu nombre (no se publicará ningún mensaje anónimo), y no debe aparecer ningún enlace a alguna página, número de teléfono, o dirección. Además, no se publicará ningún comentario con tinte ofensivo, homofóbico, discriminatorio, insultante o irrespetuoso. Todo lo demás, es bienvenido.