Hambre de amor


“El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4:16)

El amor nutre. Una persona que es amada vive la existencia de un modo diferente a aquel que no goza de esa oportunidad. No sólo porque sabe que es importante para otro ser humano, sino porque su vida está llena de afecto, de cariño y de ternura, elementos básicos para la sobrevivencia.

Cuando se deja de recibir afecto, los seres humanos se convierten en huraños, lejanos, incluso agresivos, porque el amor es un elemento esencial para el crecimiento de una persona. Es importante entender que no es un aspecto tangencial a la vida humana. No da lo mismo si se es amado o no. Una persona amada siempre experimentará la existencia de una forma diferente. Más plena, segura y feliz, que aquel que no recibe amor.

Sin embargo, esto que es tan necesario, se puede convertir en un arma de doble filo. La necesidad de ser amado puede llevar a las personas a vender su vida al mejor postor o a quien le de una migajas de amor. Muchos renuncian a sí mismos simplemente, por experimentar el ser amados, y soportan lo que no deben, por ese mendrugo que reciben.

Pero no hay que equivocarse, el amor no exige una renuncia de sí mismo. Amar no es esclavitud. Quien ama y es amado, vive en un contexto de respeto y bondad. Sabe que ha formado una unión basada en la libertad. Como diría Anthony de Mello: “El amor sólo puede existir en libertad. El verdadero amante busca el bien de la persona amada, lo cual requiere especialmente la liberación de ésta con respecto a aquél” (de Mello, 1991:18).

Quien forma una relación codependiente, termina anulándose porque da todo, sin recibir nada. Cuando eso ocurre, se va secando, como naranjo que no recibe nunca agua ni nutrientes.

Es un error concebir al amor en esos términos. El hambre de amor no debería llevarnos nunca a conformarnos. Como me dijo una vez una mujer:

—Es lo que me tocó.

—No —le dije— es lo que has aceptado. Tienes lo que vives por conformidad, porque no has decidido cortar este vínculo tóxico, sanar y buscar a alguien que te ame de verdad, sin dañarte ni asfixiarte.



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
Del libro inédito: Lazos de amor

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