Perdonados



“Les escribo a ustedes, queridos hijos, porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Cristo” (1 Juan 2:12)

El pastor y escritor Ray C. Stedman escribe: “El verdadero perdón consiste en jamás volver a tocar el tema de lo que pasó. El perdón bíblico trata al ofensor como si la ofensa jamás hubiera ocurrido. La base del perdón de Dios es la cruz de Jesucristo. La cruz le permite a Dios perdonarnos porque mantiene Su justicia. Pero la base sobre la cual nosotros somos llamados a perdonar es distinta: nosotros somos llamados a perdonar a otros porque nosotros mismos hemos sido perdonados” (citado por Williams, 2003: 156).

A menudo me pregunto si la gente que asiste a las congregaciones religiosas entiende este concepto tan claro. Dios trata a la persona que ha fallado y ha sido perdona como si la acción jamás hubiera ocurrido, sin embargo, los que siguen las enseñanzas de Dios hacen todo lo contrario. Viven permanentemente recordando lo que el ofensor ha hecho, sin darle la más mínima oportunidad de restauración.

Se lo trata como un paria. No se lo integra ni se lo trata como una persona digna. El estigma de lo que ha hecho está presente siempre. Se dice en susurro. Se conversa entre silencios entrecortados. Se observa a quien ha tenido una falta evidente, sin ser capaz de reparar en el pecado propio de la falta de perdón, porque vivir permanentemente sin perdonar es un pecado, porque en primer lugar, ignora o minimiza el poder restaurador de Dios.

Lo que más me llena de dolor y tristeza, es ver una y otra vez la actitud de líderes religiosos que se creen con derecho a decirle a la gente quién puede ser incluido y quien no. Es como si la soberbia que tiñe sus ojos les impidiera ver la ceguera espiritual de la que padecen.

Una iglesia que no restaura destruye. Un líder que no es capaz de guiar a alguien por el camino del perdón y la restauración está invalidado para ser líder espiritual, mejor sería que se dedicara a plantar papas, no haría daño allí.

Muchas personas se alejan de las congregaciones religiosas, no porque no se sepan perdonadas por Dios, sino porque sienten la mirada de reprobación de quienes se dicen seguidores de Dios, pero no son capaces de perdonar, porque no entienden lo más mínimo del perdón.



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
Del libro inédito: Lazos de amor

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