Elegir



“Hoy les doy a elegir entre la bendición y la maldición” (Deuteronomio 11:26)

La sociedad en la que vivimos no enseña a elegir, al contrario, su discurso va siempre en función de sentir. Es lo que solemos preguntarle a las personas cuando las vemos en una situación incómoda o cuando por su rostro suponemos que algo le está pasando: “¿Cómo te sientes?”. Seguramente nos quedarían mirando como si estuviéramos locos si preguntáramos: “¿Cómo has decidido sentirte frente a esta situación?”

La realidad es que todo lo que nos ocurre es neutro y somos nosotros los que le asignamos un significado. Fui a una dependencia a hacer un trámite. Me atendió una persona muy amable. Solucionó lo que necesitaba y de pronto se movió en su silla de ruedas para acercarse a la impresora donde había impreso el papel que necesitaba y me di cuenta que sólo en ese momento me di cuenta que él usaba silla de ruedas. Su simpatía y alegría de vida contagiosa me hicieron concentrarme en esa persona y no en su dificultad.

Elegir como sentirnos es un imperativo. No podemos no elegir, porque cuando elegimos sentirnos mal, somos nosotros los que elegimos, no otra persona. Como diría el viejo sabio de J. P. Sartre: “La libertad es libertad de elegir, pero no la libertad de no elegir. No elegir, en efecto, es elegir no elegir” (Sartre, 1993:506).

Lo que separa a personas felices de otras que son infelices, a menudo no son las circunstancias, porque muchos viven exactamente lo mismo.

En Colombia, le hice un comentario a una joven venezolana que reía y bromeaba con lo que ocurría en su país, y ante mi sorpresa por su forma de actuar me dio una respuesta sabia:

—La otra opción es llorar, y prefiero elegir reírme y buscarle el lado bueno a la vida. —Es una buena respuesta, ¿no te parece?

“Decídete y serás libre” (Henry Wadsworth Longfellow)



Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: Reflexiones al amanecer 


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1 comentario:

  1. Los venezolanos elegimos reír, en especial aquellos que salimos de nuestro país con la vida en una pequeña maleta... No es fácil, dejar todo, pero nos espera una patria mejor, la Canaan Celestial.

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