Relativismo moral

“Hagas el mal o hagas el bien, los únicos afectados serán tus semejantes” (Job 35:8)

El mayor problema de la ética es que no se enseña. Cuando alguien sabe que ética es una asignatura académica y que se deben aprender principios básicos y valores universales, arruga la nariz como no entendiendo. He enseñado ética en universidades por más de 20 años. Cuando lo he mencionado, más de alguna vez me han dicho:

—¿Se puede enseñar eso?

Lamentablemente, en una época de relativismo moral, también la ética se convierte en relativa. Lo moral y lo ético son dos aspectos diferentes, que a menudo suelen ser considerados como lo mismo. La ética es la reflexión y análisis sobre el acto bueno, se concentra en buscar principios universales sustentados a su vez en valores que sean incuestionables, no dogmáticos, pero que supongan un consenso universal. En cambio, la moral, está ligada a la interpretación, la costumbre, la ley local, la práctica religiosa y la relatividad de las actuaciones. No todos los actos morales son éticos, pero toda ética debería llevar a una moral en concordancia.

Hace poco en una reunión con jóvenes europeos, uno de ellos me dijo:

—Cualquier cosa que no sea pensar mucho, eso me aburre.

Esa es lastimosamente la actitud de muchas personas, que al no pensar, no darse el trabajo de hacerlo, terminan viviendo un relativismo ético donde todo vale y nada es ni bueno ni malo, depende. En el siglo, donde supuestamente tenemos al alcance más conocimiento que en cualquier época de la historia, el relativismo moral nos está convirtiendo en anodinos de la nada.

“Cuando el relativismo moral se absolutiza en nombre de la tolerancia, los derechos básicos se relativizan y se abre la puerta al totalitarismo” (Benedicto XVI)

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: Reflexiones al amanecer 

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