Saboteadores



“Vi además que tanto el afán como el éxito en la vida despiertan envidias. Y también esto es absurdo; ¡es correr tras el viento!” (Eclesiastés 4:4)

Que buena frase: “Correr tras el viento”, me habría gustado escribirla yo, pero lo hizo Salomón... ¡Qué envidia tengo! Me da risa. ¡Es absurdo! Estoy leyendo mi tercera novela de Ken Follet, que se ha convertido en mi novelista preferido, igual que Nicolas Spark, Noah Gordon, Isabel Allende, Julio Cortazar, Ernesto Sábato, Laura Esquivel, Ángeles Mastretta, Virginia Woolf, George Orwell, Elie Wiesel, Fíodor Dostoyevski, Aleksandr Solzhenitsynm, Marguerite Yourcenar, María Dueñas y muchos otros (leo una novela al mes, al menos), pero sería infantil de mi parte envidiar la forma en que escriben, al contrario, admiro la manera en que Follet hace descripciones de situaciones, en una frase dice tanto y eso que sus libros son voluminosos, el último tiene más de 800 páginas.

La envidia no puede ver algo bueno en aquello que envidia. El envidioso, simplemente, está ciego a cualquier cosa que no sea el enojo que siente frente a lo que el otro vive.

La envidia es peligrosa, que duda cabe, la historia de los homicidios en la humanidad comenzó por el acto asesino de un envidioso que no soportó que su hermano hiciera algo mejor que él. Caín, cegado por la envidia hizo algo que probablemente le llevó toda la vida asumirlo.

En la vida cotidiana, los envidiosos son saboteadores de los logros ajenos. En general, cuando alguien hace algo mejor, el envidioso, de alguna manera busca menospreciarlo, disminuirlo o simplemente, impedir que la persona digna de elogio o recompensa, reciba lo que le corresponde. El envidioso, no sólo se hace daño a sí mismo, también se lo hace a los demás. Cada envidioso es un clon de Caín y vaga rumiando rabia.

“La envidia hace muecas, no se ríe” (Lord Byron)



Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: Reflexiones al amanecer 


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