Una sola carne



“Serán una sola carne” (Génesis 2:24 )

En la historia de la interpretación de los textos bíblicos pasan cosas extrañas, tal como en el análisis de este texto. Se han escrito miles de páginas sólo sobre esta frase, expresando las más variadas ideas. Como siempre, la que ha salido perdiendo en la interpretación y en la aplicación, ha sido la mujer.

Se ha entendido, generalmente, el texto como si la relación de pareja fuera fusión. Eso significaría que cada uno de la pareja debería dejar de ser un individuo y se convertiría en otra persona, sin personalidad propia.

Sin embargo, extrañamente, en este “ser uno”, los varones seguirían teniendo la voz cantante y el liderazgo. Así que la mal llamada “unión”, se convertiría en una especie de fusión de la mujer en el marido.

Ninguna de esas ideas son correctas. Transgreden una de las bases fundamentales de la antropología bíblica. Cada individuo es una persona que tiene conciencia propia, elección, capacidad de reflexión, independencia, capacidad de pensar y elegir su propio rumbo. En ninguna parte de la Biblia se enseña que para que un matrimonio funcione uno de los dos debe renunciar a sí mismo. Eso no es lógico, no es sano y se convierte en una relación tóxica.

Estar unidos es el concepto bíblico. Lo que implica no renunciar a ser “sí mismos”, y actuar de manera respetuosa en la vinculación con otra persona.

Millones de mujeres viven el matrimonio con un dejo de resignación y frustración, porque para llevar el circo en paz, han tenido que renunciar, incluso a sus propias conciencias, todo con el fin de que sus maridos no las agredan, no las maltraten, o simplemente, para que las dejen vivir en paz.

Una relación así no es algo que Dios hubiese planeado. No hay fundamento bíblico para subordinación unilateral de la mujer ni para que al casarse renuncie a su capacidad de elegir y pensar. Todas esas ideas no pueden ser de factura divina.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado

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