Conciencia en paz



“Por eso procuro siempre tener limpia mi conciencia delante de Dios y de los hombres” (Hechos 24:16 NVI99)

Hagamos un trato, te invito a que me acompañes ante un notario y dejemos por escrito una declaración que diga que quien escribe esto asegura, completamente convencido, que cualquiera que lea esta reflexión en algún momento de la vida que le queda por vivir cometerá un error grave por el que tendrá que pedir perdón y llorará amargamente.

Siempre me inquieta encontrarme con personas que suelen creer que ellos están más allá de cualquier error. Aquellos que actúan como si nunca fuera a cometer una falta son los primeros en condenarse a sí mismos cuando se equivocan, algunos, hasta hundirse en la depresión y la culpa.

Somos humanos. Esa sóla declaración debería servirnos como advertencia. Como humanos que somos no podemos evitar equivocarnos en algún momento. Aún con nuestras mejores intenciones cometeremos errores y algunos graves. Es así, ha sido siempre así y seguirá siéndolo hasta que Jesús venga y quite de nosotros la tendencia al mal (1 Corintios 15:53-54).

Por eso, el versículo de la reflexión de hoy tiene mucho sentido. Necesitamos vivir con la conciencia limpia para tener una existencia de paz. No dice, con una vida sin tendencia al pecado, porque eso es imposible mientras no sea eliminada completamente de nosotros la tendencia, y eso ocurrirá al final de los tiempos.

Mientras tanto, la esperanza que nos queda es que Dios toma nuestras faltas, las deposita en “el fondo del mar” (Miqueas 7:19), una metáfora para decirnos que Él olvida y perdona nuestras faltas, y es eso lo que produce una conciencia limpia.

Un matrimonio cristiano sano entiende la fragilidad humana propia y la del cónyuge. Ambos van cada día a la presencia de Dios para buscar esperanza y redención. Ambos, se reconcilian con Dios diariamente, para que ese acto magnífico, les permita vivir en armonía.

No se le piden peras al nogal, tampoco es posible pedirle perfección a un ser humano finito, con tendencia al mal y con herencia pecaminosa, como somos tú y yo.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Lazos de amor

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