“Pero tú eres un Dios perdonador, un Dios tierno y compasivo, paciente y todo amor, y no los abandonaste” (Nehemías 9:17)
Una comprensión errónea de Dios puede fácilmente derivar en ideas contrarias al carácter de Dios, y por ende, en vínculos intepersonales insanos, provocados, en este caso, por ideas contrarias al carácter real de Dios.
La descripción que da Nehemías de Dios es hermosa. Dios perdonador, dispuesto siempre a dejar ir faltas y situaciones que ponen distancia entre la divinidad y la humanidad. Muy contraste con la idea que algunas personas tienen de Dios, donde lo pintan en términos implacables y nunca dispuesto a perdonar, como si la divinidad se gozara en perseguir a quienes se equivocan. De ahí a no ser capaz de perdonar las faltas de un cónyuge, una pareja, novios(as), o familiares, hay un paso solamente. Muchos, dicen que Dios es perdonador, pero también es implacable con el que comete pecados. Esa idea tan arraigada, no se condice con lo que sucedió en la cruz, con un Cristo muriendo por aquellos que no merecían ningún atisbo de gracia. Qué lástima que una idea equivocada de Dios lleve a tantos a tener vínculos intepersonales tóxicos.
Nehemías presenta a Dios como un ser “tierno y compasivo”. La ternura no parece ser un atributo cultivado ni buscado por muchos que lo ven como un rasgo de debilidad. Dios demuestra una ternura extraordinaria, con sus ovejas que se pierden y que se alejan del rebaño. Su compasión es infinita, llena de una misericordia que no alcanza a ser descrita con palabras. ¿De dónde sacan que Dios desprecia a quienes cometen errores? Lo que la Biblia presenta es algo muy distinto.
Dios es “paciente y todo amor”, y no abandona a quienes se equivocan. ¡Qué distinta la actitud de Dios frente a individuos que hacen exactamente lo contrario! Dios es nuestro paradigma, nuestro modelo de acción y lo que muestra es algo muy diferente a lo que muchos humanos hacen.
Ninguna relación funciona si no va acompañada de perdón, compasión, ternura, paciencia y amor. Sin esos atributos, que evidentemente vienen de Dios, ningún ser humano puede esperar tener éxito en sus vínculos.
Del libro inédito: Lazos de amor
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