“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1)
Los legalistas tienen la habilidad de hacerle decir a la Escritura lo que no dice. Esto se logra con el disfraz de erudición que tienen y por desconocer los contextos de los versículos que suelen citar.
Este en particular, donde Pablo declara expresamente que por medio de “la justificación por la fe” tenemos paz para con Dios mediante Cristo, ellos le agregan su agenda legalista.
Ellos sostiene que el ser declarado justo no viene en el momento de la aceptación de la justicia de Cristo mediante la fe, sino cuando somos santificados. Una forma elegante de decir que el sacrificio de Cristo no está completo en la cruz, una herejía que tiene varios siglos, pero que ha sido resucitada con éxito en el mundo contemporáneo.
Suelen utilizar incluso la expresión “imputar” la justificación por fe, pero esa imputación no tiene poder después de la aceptación, porque una vez que el humano ha aceptado la gracia debe hacerse digno de tal justicia, cuestión que tira por tierra el sacrificio de Cristo.
Dicho en otras palabras, los legalistas dicen que sólo cuando te “conviertes en una nueva criatura” eres justificado, es decir, tienes que llegar a ser justo para ser justificado. Concepto que anula la gracia y contradice claramente a Pablo, que a continuación del versículo citado dice: “por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes” (Romanos 5:2).
No hay nada en el ser humano que lo haga digno de la gracia. Sólo Dios tiene puede hacer lo que el ser humano no es capaz, vencer el pecado en sí mismo por efecto de su voluntad, o incluso por el poder de Dios, porque eso anula 1 Corintios 15.
“Ninguna persona ha conseguido, ni conseguirá jamás, guardar la Ley a rajatabla” (William Barclay).
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Reflexiones al amanecer
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