Libertad de verdad



“El Señor libra a sus siervos; no serán condenados los que en él confían” (Salmo 34:22)

Siempre me ha llamado la atención la paradoja de esa expresión legal que utilizan los jueces para ciertos condenados: “Libertad vigilada” o “libertad condicional”. En sí misma la expresión es contradictoria, ¿cómo se puede tener libertad y a la vez estar vigilado? ¿cómo ser libre y estar sujeto a condicionalidades? En realidad, la paradoja que expresan dichas expresiones es que quien está sometido a ese régimen, en la práctica, no es completamente libre. Aún está en la cárcel, aunque los barrotes no se vean o sean más sutiles.

Siento que muchos cristianos viven así la libertad en Cristo. No entienden que son librados de la muerte, que Dios les ha dado el privilegio de vivir una libertad plena, sin ataduras, concientes de que si confiamos en él, no seremos condenados.

Algunos transmiten la idea de que la única forma de que seamos plenamente libres es que dejemos completa y absolutamente el pecado. Incluso se ha creado una frase, que no tiene sustento bíblico, de que Dios nos libra “del pecado” pero no “en el pecado”. Lo pienso una y mil veces, y no dejo de pensar en el absurdo de lo que se sostiene. Es lo mismo que “libertad vigilada”, una contradicción.

Alguna vez dejaremos de pecar completamente, ¡no!, ¡nunca!. La Biblia es taxativa al señalar que el problema humano no son “los pecados cometidos”, sino “la naturaleza pecaminosa heredada”, y dicha condición recibida por herencia sólo será transformada completamente cuando el Señor venga y quite de nosotros completamente la tendencia pecaminosa. Es lo que expresa de manera magistral Pablo: “Sonará la trompeta y los muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:52). Mientras tanto, ¿qué hacemos? Vivimos libres, confiados en que Dios no nos condena por nuestra naturaleza y que si pecamos, como dice Juan “tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el justo” (1 Juan 2:1).

Esa es libertad en Cristo. El otro modelo legalista es “libertad vigilada”, es decir, vivir constantemente bajo la espada de Damocles.

¿Eres verdaderamente libre en Cristo?

“Si la salvación la pudiéramos ganar, el mismo Cristo se hubiera quedado sentado en el cielo y hubiera dicho: ¡Sálvese quien pueda!” (Chuy Olivares)

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Reflexiones al amanecer


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